vitivinicultura en tiempos de colonia

Vitivinicultura en tiempos de colonia

La vitivinicultura en tiempos de colonia, en el Reino de Chile se constituyó como el principal polo de América, espacio que entonces comprendía esta gobernación, incluyendo el valle del Elqui, el valle del Aconcagua, el valle central y la provincia de Cuyo (separada de Chile en 1776 por Carlos III e incorporada después a la República Argentina).

En el Reino de Chile se reprodujeron varias de las características generales del modelo socioeconómico español en América: el predominio de propiedades rurales dedicadas a la ganadería y la agricultura extensiva, y la relevancia de la actividad minera. Pero junto con ello, las condiciones de los suelos y los climas facilitaron el surgimiento de una actividad especial, de escaso desarrollo en otras regiones americanas: la industria de la vid y el vino.

Según los testamentos, inventarios de bienes, poderes para testar, cartas de dote y otros documentos notariales y judiciales, la sociedad chilena de la época puso en marcha mecanismos de movilidad social a partir de la industria de la vid y el vino. Los registros documentales muestran muchos casos de personas que comenzaron su vida económicamente activa sin bienes pero que con el tiempo adquirieron un pequeño terreno en el cual plantaron viñas, las cultivaron y lograron surgir.

A las condiciones naturales de los climas y suelos se suman causas culturales que facilitaron este despliegue, como el desarrollo de formas adecuadas de cultivar la vid en estas regiones o la innovación tecnológica del lagar de cuero, que tuvo importantes efectos sociales.

No obstante hallarse en la periferia mundial, más concretamente en la frontera sur del Imperio español, los viticultores chilenos llevaron adelante la tarea de crear las nuevas formas viticulturales con dedicación, tenacidad y particular esmero, usando distintas técnicas según las variedades y objetivos de cada explotación. Además, integraron las cepas a su propia vida personal.

Por lo general, junto a la casa instalaban un parrón, con horcones y encatrado. Allí se cultivaban variedades como moscatel, uva de Italia (moscatel de Alejandría) y otros viñedos adecuados para el consumo de uva de mesa en fresco. Paralelamente, en la viña se cultivaba principalmente la uva negra corriente, dedicada a la elaboración del vino. El parrón era parte de la casa, era como un salón al aire libre. Era el corazón de la vida social de la vivienda, el espacio donde se reunía la familia y se celebraban las conversaciones con parientes y amigos. Allí se realizaban labores domésticas y se confeccionaba la ropa. También en ese lugar se preparaban las conservas de frutas para el invierno y se elaboraba el mote con huesillo, tradicional postre chileno.

En las cálidas y secas jornadas de verano en el valle central, con temperaturas cercanas a los 40 °C, el parrón era un lugar fresco y agradable; a la sombra aportada por las gruesas hojas de la parra se añadía el perfume de naranjos y limoneros que, usualmente, se cultivaban junto al parrón; además, los corredores, muros de tapia de los cierres perimetrales y las paredes de adobe de las salas, dormitorios y almacenes, protegían la frescura del parrón para generar un microclima agradable.

De este modo, los viticultores chilenos lograban mejorar la calidad de vida de sus familias. Parrales y viñas permitieron desplegar las habilidades del viticultor, con distintas modalidades de sostén y conducción, con distintas técnicas de poda, atado, raleo y demás tareas culturales de la vid.

La industria de la vid y el vino contribuyó, de esta manera, a fortalecer las bases sociales del edificio institucional del país, más tarde democrática y republicana. Y si bien no tuvo el papel rector de Francia con su Revolución de 1789, no por ello ha dejado de tener su particularidad, al menos en el concierto latinoamericano de las naciones.

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Juan Guillermo Muñoz Correa1

1Doctor en Historia con mención en Historia de América por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es parte del Departamento de Historia de la Universidad de Santiago de Chile, miembro de número de la Academia Chilena de la Historia y miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia (España). Es especialista en historia colonial y rural y ha investigado continuamente la vitivinicultura en el valle central de Chile.

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